Introducción
El
“Destino Manifiesto” es una doctrina en Estados Unidos durante el siglo XIX y
que corresponde a una idea o creencia, según la cual ese país estaba destinado
a expandirse desde el Océano Atlántico hasta el Pacífico y abarcar finalmente
el dominio total del continente que le estaría asignado por la Providencia
Divina. El concepto tiene raíces profundas que llegan hasta el discurso
característico de las comunidades puritanas de Nueva Inglaterra y se fue
formando entre las paredes de las iglesias, escuelas y edificios de gobierno.
La construcción de una frase
John Louis O'Sullivan era militante del Partido Democrata, defensor del trabajo esclavo en el Sur de Estados Unidos. |
La
frase “Destino Manifiesto” fue acuñada por el columnista John Louis O’Sullivan
quien, escribiendo para el Democratic
Review, en 1845 defendía la “admisión” de Texas dentro de los Estados
Unidos. Eran días de controversia y en el Congreso se daban agrias disputas
defendiendo o condenando la política del Presidente James K. Polk quien aparecía
cada vez más dispuesto a expandir el territorio de la Unión mediante una guerra
con México que finalmente llegaría a producirse entre 1846 y 1848 trayendo
desastrosas consecuencias para los vencidos que terminarían perdiendo, además
de Texas, lo que actualmente corresponde a California, Nevada, Utah, Arizona,
Nuevo México y partes de Colorado, Kansas, Oklahoma y Wyoming.
O´Sullivan,
como se decía anteriormente, escribiendo para Democratic Review, expresó la siguiente idea
El cumplimiento de nuestro destino
manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por
la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y
autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la
tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento
que tiene como destino.
John
L. O’Sullivan dejaba, entonces claras varias cosas:
Primero:
planteaba como inevitable la expansión territorial de los Estados Unidos al
plantear este hecho como un decreto de la Providencia Divina. Este contenido de
origen religioso estaba en la tradición de los fundadores de las colonias
inglesas que se fundaron en la costa este de Norteamérica desde los principios
del siglo XVII y corresponde más propiamente a dos fuentes: el espíritu de los
“peregrinos” que poblaron Nueva Inglaterra considerando América como un don de
Dios para el pueblo elegido y el sentimiento de superioridad racial de los
denominados “caballeros del Sur” que habían colonizado Virginia, Maryland, Georgia
y las Carolinas usando mano de obra esclava.
Segundo:
el “Destino Manifiesto” partía de la base de superioridad del “gran experimento
de libertad y autogobierno” que enorgullecía a gran número de norteamericanos
que sentían veneración por los “padres fundadores” y que pensaban que la
república creada por Washington, Jefferson, Adams, Franklin y Hamilton era
moralmente superior a los estados de América Latina, reputados de revoltosos,
incipientes y atestados de papistas.
Tercero:
La expansión territorial, según O’Sullivan, no era solo un derecho, también se
trataba de una necesidad para el desarrollo, tan indispensable como el aire y
la tierra son para un árbol. El planteamiento del Destino Manifiesto también
corresponde a las urgencias de un país que recibía cada año a miles de
inmigrantes ante quienes se presentaba la vasta “frontera” como tierra de
promisión. Podemos bien ejemplificar
esto con las biografías oficiales de Abraham Lincoln, vástago de una familia de
“pioneros” que había ido emigrando de Kentucky a Indiana y de aquí a Illinois.
El
proceso de expansión de los Estados Unidos iba acompañado de un cierto
“espíritu aventurero” que también inflamaría la imaginación de los filibusteros
que se fueron aventurando también en México y América Central. Se pueden
recordar para ilustrar esto las palabras de Frederick Jackson Turner:
Todo era movimiento y
cambio. Los hombres se desplazaban, en el transcurso de su existencia de
Vermont a Nueva York, de Nueva York a Ohio, de Ohio a Wisconsin, de Wisconsin a
California y deseaban ir a las islas Hawái. Cuando las cortezas se caían de los
troncos de las cercas ya sentían ganas de marcharse a otro sitio. Se daban
cuenta de la movilidad de su sociedad y se vanagloriaban de ella.
El
propio O’Sullivan tuvo ocasión para repetir antes que se acabara 1845 la frase
por la que hoy es más recordado:
Y esta demanda esta basada
en el derecho de nuestro destino manifiesto a poseer todo el continente que nos
ha dado la providencia para desarrollar nuestro gran cometido de libertad, y
autogobierno.
Conclusión
La
Doctrina del Destino Manifiesto tuvo una fuerte influencia en la expansión
territorial de los Estados Unidos que alcanzaron el Pacífico derrotando a
México, transando con el Reino Unido y arrasando a los pueblos indígenas. Este
discurso también tuvo una fuerte incidencia en las justificaciones empleadas
por los filibusteros en Sonora y América Central, también en la forma en que
Estados Unidos consideraba sus relaciones con los países del Sur.
Las
alusiones del Destino Manifiesto a decretos divinos, superioridad racial,
excelencia del modelo político y necesidad de un espacio más amplio fueron
retomados por completo en el siglo XX, cuando Theodore Roosevelt justificaba en
1904 el haber cercenado el territorio colombiano y tomado a Panamá para la
construcción del Canal.
Bibliografía
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& Commager, H.(1953). Breve historia de Estados Unidos. México: General
de Ediciones, S.A.
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Turner, F.
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"Manifest
Destiny." Encyclopædia Britannica. Encyclopædia Britannica Ultimate Reference
Suite. Chicago: Encyclopædia Britannica, 2013