Introducción
Podemos decir
que la relación entre el Presidente Juan Rafael Mora y el primer Obispo de
Costa Rica, Anselmo Llorente y Lafuente hubo muchas más diferencias que
coincidencias. Acá se verá brevemente algunos aspectos notables de las
discordias entre estos dos personajes históricos para subrayar con mayor
énfasis la coincidencia en la visión de ambos sobre el peligro que representaba
la presencia de filibusteros en Nicaragua.
Antes de la Campaña Nacional
La Gaceta Oficial del 14 de junio de 1851
se congratulaba en anunciar la preconización del Presbítero Anselmo Llorente y
Lafuente como primer Obispo de Costa Rica. La erección de la diócesis era una
aspiración de los gobernantes costarricenses desde los tiempos de la
independencia; Costa Rica, desde lo religioso, dependía de los obispos de la
ciudad de León en Nicaragua y esta relación resultaba especialmente incómoda
por cuanto comenzaban los diferendos entre las dos ex provincias que se disputaban la autoridad sobre el
territorio del antiguo Partido de Nicoya.
Desde la
proclamación de la República por parte del Doctor José María Castro Madriz, se
dio un intenso trabajo para lograr el reconocimiento internacional a la independencia de Costa Rica y el
establecimiento de relaciones diplomáticas con los gobiernos de los Estados
Unidos y las principales potencias de Europa, entre estas, tenía relevancia la
Santa Sede que, dirigida por Pio IX y por solicitud del gobierno de la joven
república, decidió finalmente la erección de la Diócesis de Costa Rica
estableciendo su sede en la ciudad de San José.
Varios
nombres se barajaron entre las autoridades costarricenses para proponer como
candidato para ocupar la silla de la diócesis recién creada; José María Castro
Madriz propuso el nombre de su tío materno, Juan de los Santos Madriz y
Cervantes, quien ya destacaba por haber destacado en el proceso de
independencia y organización en los primeros días del Estado de Costa Rica, fue
el primer rector de la Universidad de Santo Tomás, firmante del Acta de
Independencia el 29 de octubre de 1821 e integrante de la Junta Superior
Gubernativa entre 1821 y 1822. La candidatura de Madriz se malogró cuando su sobrino fue derrocado en
1849 y sustituido por Juan Rafael Mora quien favoreció la candidatura del
Presbítero Rafael del Carmen Calvo, hermano del Ministro de Relaciones
Exteriores, Joaquín Bernardo Calvo Rosales.
Ni Madriz, ni
Calvo, fue el Presbítero Anselmo Llorente y Lafuente quien fue nombrado obispo
por la Santa Sede. Llorente fue consagrado en Guatemala, pues allí residía y
ejercía la rectoría del seminario, y llegó a San José el 28 de diciembre de
1851. Al año siguiente, con motivo de la “cuestión de los diezmos”, comenzarían
las discordias entre el primer Obispo de Costa Rica y el segundo Presidente de
la República.
La cuestión de los diezmos
El café había
sido dispensado del pago de diezmos en 1825 y Braulio Carrillo, en 1839 había
decretado con mayor amplitud la abolición de los diezmos. Casi ningún autor ve
en estas medidas alguna forma de política anticlerical y se subraya más bien,
la intención de los gobernantes de intervenir en los asuntos propios de la
administración local de la Iglesia. En 1852, Llorente y Lafuente pidió el cobro
del diezmo sobre la producción de café, cosa a la que se opuso rotundamente el
Presidente Mora hasta el punto de que se acusaba al Obispo de querer
enriquecerse pues a él le correspondía tres décimas partes de los diezmos
recaudados a favor de la Iglesia. Este pulso lo ganó momentáneamente el
Presidente, pero las diferencias se presentarían recurrentemente por causa de
las diferencias de interpretación de las disposiciones establecidas en el
concordato de 1853.
La Campaña Nacional
La posición
de Juan Rafael Mora y Anselmo Llorente fue decidida ante el peligro de la
presencia de William Walker en Nicaragua.
En el caso particular de Llorente, destacan sus esfuerzos para llamar a
los costarricenses para que tomaran las armas alegando no solo la defensa de la
independencia nacional o la integridad territorial de Costa Rica sino,
planteando la causa de la defensa de la fe católica como elemento que debía
unir a todos los costarricenses frente a lo que, en su edicto del 22 de
noviembre de 1855 se refiere como el
… inminente riesgo en que la
religión, la Patria, nuestras instituciones, nuestra libertad y nuestra vida se
hallan.
Fue
importante el acompañamiento que los sacerdotes, subalternos de Llorente y Lafuente
hicieron de los soldados, abrumadoramente leales a la religión católica, en sus
participaciones en los campos de batalla del Norte de Costa Rica y Sur de
Nicaragua. También fue significativa para la población costarricense la forma
resuelta en que el obispo se comportó durante los momentos más oscurecidos por
la epidemia del cólera. Es de notar que en esos días fue cuando el sobrino del
Obispo fue arrestado y expulsado por conspirar contra Mora.
Epílogo
Pasada la
Campaña Nacional volvieron las disputas entre Mora y Llorente que se originaron
propiamente de la decisión del Gobierno de tomar en cuidado recursos de la
Iglesia Católica para el mantenimiento del sanatorio y el lazareto además de
los recortes a las partidas asignadas para los curatos. Además, era notable el
acercamiento del Obispo hacia los opositores al régimen de Mora Porras, también
era claro su resentimiento por la persecución sufrida por su sobrino, Francisco
María Iglesias, señalado como la figura principal en una conjura contra el
gobierno de Mora descubierta en junio de 1856.
Las disputas
llegaron a extremos en los que el 22 de diciembre de 1858, Obispo ordenó
retirar el dosel presidencial de la Catedral y amenazó con publicar excomunión
del Presidente. Este reaccionó ordenando al día siguiente la expulsión de
Llorente. Casi nueve meses después, Mora Porras era derrocado y Llorente
regresaba al país desde su exilio en Nicaragua para ser recibido por un nuevo
régimen en el que dos de sus sobrinos, Julián Volio y Francisco María Iglesias
tendrían una importante participación bajo el mando de José María Montealegre.
Mora fue
ejecutado el 30 de septiembre de 1860 en la ciudad de Puntarenas, había sido
condenado de forma sumaria por un “consejo de guerra verbal” en que destacó la
presencia del anteriormente citado Francisco Iglesias. Las cenizas de don
Juanito y José María Cañas fueron depositadas en el sagrario de la Catedral,
bajo la mirada del Obispo Llorente y Lafuente quien falleció años más tarde, el
22 de septiembre de 1871, firmando su acta de defunción el Doctor José María
Montealegre, médico de cabecera de Monseñor.
Monseñor Anselmo Llorente y Lafuente. |
Juan Rafael Mora Porras (1849 - 1859) |
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