sábado, 10 de mayo de 2014

El clero y la Campaña Nacional 1856-1857. Juan Rafael Mora Porras y Anselmo Llorente y Lafuente: una relación difícil.

 Introducción


Podemos decir que la relación entre el Presidente Juan Rafael Mora y el primer Obispo de Costa Rica, Anselmo Llorente y Lafuente hubo muchas más diferencias que coincidencias. Acá se verá brevemente algunos aspectos notables de las discordias entre estos dos personajes históricos para subrayar con mayor énfasis la coincidencia en la visión de ambos sobre el peligro que representaba la presencia de filibusteros en Nicaragua.

Antes de la Campaña Nacional


La Gaceta Oficial del 14 de junio de 1851 se congratulaba en anunciar la preconización del Presbítero Anselmo Llorente y Lafuente como primer Obispo de Costa Rica. La erección de la diócesis era una aspiración de los gobernantes costarricenses desde los tiempos de la independencia; Costa Rica, desde lo religioso, dependía de los obispos de la ciudad de León en Nicaragua y esta relación resultaba especialmente incómoda por cuanto comenzaban los diferendos entre las dos ex provincias  que se disputaban la autoridad sobre el territorio del antiguo Partido de Nicoya.

Desde la proclamación de la República por parte del Doctor José María Castro Madriz, se dio un intenso trabajo para lograr el reconocimiento internacional a  la independencia de Costa Rica y el establecimiento de relaciones diplomáticas con los gobiernos de los Estados Unidos y las principales potencias de Europa, entre estas, tenía relevancia la Santa Sede que, dirigida por Pio IX y por solicitud del gobierno de la joven república, decidió finalmente la erección de la Diócesis de Costa Rica estableciendo su sede en la ciudad de San José.

Varios nombres se barajaron entre las autoridades costarricenses para proponer como candidato para ocupar la silla de la diócesis recién creada; José María Castro Madriz propuso el nombre de su tío materno, Juan de los Santos Madriz y Cervantes, quien ya destacaba por haber destacado en el proceso de independencia y organización en los primeros días del Estado de Costa Rica, fue el primer rector de la Universidad de Santo Tomás, firmante del Acta de Independencia el 29 de octubre de 1821 e integrante de la Junta Superior Gubernativa entre 1821 y 1822. La candidatura de Madriz se  malogró cuando su sobrino fue derrocado en 1849 y sustituido por Juan Rafael Mora quien favoreció la candidatura del Presbítero Rafael del Carmen Calvo, hermano del Ministro de Relaciones Exteriores, Joaquín Bernardo Calvo Rosales.

Ni Madriz, ni Calvo, fue el Presbítero Anselmo Llorente y Lafuente quien fue nombrado obispo por la Santa Sede. Llorente fue consagrado en Guatemala, pues allí residía y ejercía la rectoría del seminario, y llegó a San José el 28 de diciembre de 1851. Al año siguiente, con motivo de la “cuestión de los diezmos”, comenzarían las discordias entre el primer Obispo de Costa Rica y el segundo Presidente de la República.

La cuestión de los diezmos


El café había sido dispensado del pago de diezmos en 1825 y Braulio Carrillo, en 1839 había decretado con mayor amplitud la abolición de los diezmos. Casi ningún autor ve en estas medidas alguna forma de política anticlerical y se subraya más bien, la intención de los gobernantes de intervenir en los asuntos propios de la administración local de la Iglesia. En 1852, Llorente y Lafuente pidió el cobro del diezmo sobre la producción de café, cosa a la que se opuso rotundamente el Presidente Mora hasta el punto de que se acusaba al Obispo de querer enriquecerse pues a él le correspondía tres décimas partes de los diezmos recaudados a favor de la Iglesia. Este pulso lo ganó momentáneamente el Presidente, pero las diferencias se presentarían recurrentemente por causa de las diferencias de interpretación de las disposiciones establecidas en el concordato de 1853.

La Campaña Nacional


La posición de Juan Rafael Mora y Anselmo Llorente fue decidida ante el peligro de la presencia de William Walker en Nicaragua.  En el caso particular de Llorente, destacan sus esfuerzos para llamar a los costarricenses para que tomaran las armas alegando no solo la defensa de la independencia nacional o la integridad territorial de Costa Rica sino, planteando la causa de la defensa de la fe católica como elemento que debía unir a todos los costarricenses frente a lo que, en su edicto del 22 de noviembre de 1855 se refiere como el
… inminente riesgo en que la religión, la Patria, nuestras instituciones, nuestra libertad y nuestra vida se hallan.

Fue importante el acompañamiento que los sacerdotes, subalternos de Llorente y Lafuente hicieron de los soldados, abrumadoramente leales a la religión católica, en sus participaciones en los campos de batalla del Norte de Costa Rica y Sur de Nicaragua. También fue significativa para la población costarricense la forma resuelta en que el obispo se comportó durante los momentos más oscurecidos por la epidemia del cólera. Es de notar que en esos días fue cuando el sobrino del Obispo fue arrestado y expulsado por conspirar contra Mora.

Epílogo


Pasada la Campaña Nacional volvieron las disputas entre Mora y Llorente que se originaron propiamente de la decisión del Gobierno de tomar en cuidado recursos de la Iglesia Católica para el mantenimiento del sanatorio y el lazareto además de los recortes a las partidas asignadas para los curatos. Además, era notable el acercamiento del Obispo hacia los opositores al régimen de Mora Porras, también era claro su resentimiento por la persecución sufrida por su sobrino, Francisco María Iglesias, señalado como la figura principal en una conjura contra el gobierno de Mora descubierta en junio de 1856.

Las disputas llegaron a extremos en los que el 22 de diciembre de 1858, Obispo ordenó retirar el dosel presidencial de la Catedral y amenazó con publicar excomunión del Presidente. Este reaccionó ordenando al día siguiente la expulsión de Llorente. Casi nueve meses después, Mora Porras era derrocado y Llorente regresaba al país desde su exilio en Nicaragua para ser recibido por un nuevo régimen en el que dos de sus sobrinos, Julián Volio y Francisco María Iglesias tendrían una importante participación bajo el mando de José María Montealegre.


Mora fue ejecutado el 30 de septiembre de 1860 en la ciudad de Puntarenas, había sido condenado de forma sumaria por un “consejo de guerra verbal” en que destacó la presencia del anteriormente citado Francisco Iglesias. Las cenizas de don Juanito y José María Cañas fueron depositadas en el sagrario de la Catedral, bajo la mirada del Obispo Llorente y Lafuente quien falleció años más tarde, el 22 de septiembre de 1871, firmando su acta de defunción el Doctor José María Montealegre, médico de cabecera de Monseñor.


Monseñor Anselmo Llorente y Lafuente.

Juan Rafael Mora Porras (1849 - 1859)

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