La crítica social a la sociedad de consumo incluyó a grandes pensadores como Herbert Marcuse, Georg Lukács o Jürgen Habermas quienes sugirieron medios para superar la progresiva cosificación del ser humano. Erich Fromm, uno de los pensadores más influyentes de está época, también criticó un sistema cultural en el que era fácil ver grandes injusticias:
"El individuo deja de ser él mismo; adopta por completo el tipo de personalidad que le proporcionan las pautas culturales, y por lo tanto se transforma en un ser exactamente igual a todo el mundo y tal como los demás esperan que él sea"
En las artes apareció el Pop Art con una crítica explícita hacia la sociedad de consumo. Un ejemplo de este discurso crítico está en el colage presentado por Richard Harris, "¿Pero qué es lo que hace a los hogares de hoy día tan diferentes, tan atractivos" (1956) donde representó a un hombre y una mujer en medio de objetos que caracterizaban la visión estereotipada de la cultura occidental obsesionada por el "tener" y no tanto por el "ser".
También aparecieron movimientos como los hippies que cuestionaban el orden establecido. Años como 1968 estuvieron señalados por movimientos pacifistas y el clamor por la paz amenazada por la posibilidad permanente de la aniquilación del ser humano en un holocausto nuclear. La bomba atómica era como un fantasma al que no se quería invocar de ningún modo.
Un año después, en 1969, John Lennon le pedía a todo el mundo que le diera una oportunidad a la paz.
Y es que las imágenes de la Guerra de Vietnam golpeaban duramente la sensibilidad del pueblo estadounidense y, en general, de todo el mundo. Los Rolling Stones reaccionaban así ante este temor compartido por millones. Algo más dura es la acusación incluida en esta canción de Black Sabbath contra aquellos políticos a los que responsabilizaban por iniciar las guerras. Sin embargo, no todos cuestionaban este orden y lamentablemente fueron muchos millones los que cedieron a la indiferencia, el conformismo y la cultura de consumo. Además, algunos de estos grupos e intérpretes aportaron una imagen de autodestrucción representada en el estereotipo del rockero adicto a las drogas y al sexo.
