domingo, 14 de noviembre de 2010

El difícil ejercicio de la paz en medio de la hostilidad



Hace días seguimos muy de cerca todo lo que sucede en torno al conflicto entre nuestro país y el gobierno de la República de Nicaragua. Estas semanas parecen confirmar la frase de Ricardo Jiménez cuando señalaba que Costa Rica no tenía dos estaciones sino, tres: la seca, la lluviosa y la de los problemas con Nicaragua. Incluso, otros temas que habían llamado fuertemente la atención del público y ya son muy pocos los que hablan de las irregularidades relacionadas con la autopista a Caldera o del juicio de Crucitas.

Contrario a lo que todos deseábamos, este tema no parece que vaya a agotarse pronto. A la injustificable invasión del territorio costarricense ha seguido una guerra verbal entre medios de comunicación y gobiernos. Las mismas redes sociales como Facebook  han replicado y, en cierta manera, amplificado el ruido en torno a la discusión. Solamente ingresar a Twitter y consultar hashtags como #elriosanjuanesnica, #guerradelsuampo, #disfrutafronteriza o, más recientemente, #imperiotico servirá para que el lector se de cuenta de la enorme cantidad de información y -hay que decirlo- basura también que se cruza entre ticos y nicas.

En este momento, no tengo el objetivo de referirme al origen de la disputa con el gobierno nicaragüense o proveer mayor información sobre el estudio de la cartografía de los tratados y laudos que se han firmado o establecido entre ambas naciones. Deseo más bien referirme a un tema que considero es mucho más alarmante y potencialmente peligroso para nuestra convivencia pacífica: la xenofobia. El períodico La Nación publicó ayer sábado una nota donde señala la ola de xenofobia que parece crecer en la red de Facebook. Efectivamente, han aparecido grupos y páginas que llaman al odio y a las represalias contra la gente como respuesta a la indignación que ciega a dos pueblos que parecen estar a la merced de la irresponsabilidad de sus gobernantes y de medios de telecomunicación cuya actuación tiene que calificarse, como mínimo, de cuestionable.

Es este el momento de ejercer nuestro derecho como ciudadanos que, nuestro gobierno cumpla su función de de defender los intereses de toda la comunidad nacional. Es el preciso instante para unirnos y expresar nuestro repudio a la ocupación militar en Finca Aragón y a las más recientes manifestaciones del Presidente Ortega en lo referente a sus prentenciones de navegar por la corriente del Río Colorado. La Cancillería cuenta con excelentes profesionales en relaciones internacionales que pueden y deben estudiar todas las opciones posibles para la pronta resolución de esta incómoda situación en que nos ha puesto la presencia del Ejército Nacional de Nicaragua en suelo tico.

Sin embargo, no es este el momento de ceder al patrioterismo y ceder a la tentación de odiar y dar rienda suelta a las bajas pasiones nacidas de la xenofobia. Los grupos de ciudadanos bienintencionados que claman por el respeto de la integridad territorial de Costa Rica han sido infiltrados por personas que, bajo la máscara del nacionalismo llaman a la violencia. Se trata de individuos y grupos que simplemente, no parecen comprender que no se vale extender a todos los ciudadanos de un país la culpa por las malas acciones de gobernantes de cuya ineptitud o falta de escrúpulos estos mismos inmigrantes han sido las primeras víctimas. Tenemos que darnos cuenta que todo proyecto político, social y económico que se base en la exclusión estuvieron y siguen estando destinados al fracaso.

Se ha informado que, el viernes en la noche, un grupo de individuos lanzó una bomba molotov contra la Embajada de Nicaragua en la ciudad de San José. Muchos podrán decir que se trató de un autoatentado pero, es muy difícil negar que el presente estado de ánimo de muchos costarricenses haría posible esta y otras manifestaciones imprudentes e injustificables de violencia.

Este es simplemente, un llamado a la paz; una paz que no se construye de pasividad y consignas sino, de compromiso con la justicia y defensa inclaudicable del derecho. Esta paz debe incluir el respeto de la integridad territorial de Costa Rica y Nicaragua pero, también incluye el derecho de miles de inmigrantes nicaragüenses a que se respete su seguridad y sus bienes. La paz definitiva vendrá cuando ambos pueblos se acuerden de las comunidades fronterizas más allá de los conflictos y se preocupen por el desarrollo de distritos como el de Barra del Colorado, el más pobre y menos desarrollado de Pococí. Con clínicas, escuelas y caminos se ejerce mejor la soberanía que con armas, banderas y coloridas marchas.


Hace poco leía "La vida de Galileo" de Bertolt Brecht y encontraba la siguiente frase puestas en boca de aquel científico italiano de principios del siglo XVII: "El Universo, sin embargo, ha perdido en una noche su centro, y a la mañana siguiente había innumerables centros. De forma que ahora todos y ninguno parecen ese centro, porque de pronto hay mucho sitio.". Quisiera entender que para costarricenses y nicaragüenses es posible darse cuenta que tenemos la posibilidad de superar juntos las crisis y que podemos escuchar las voces sensatas que todavía suenan en Costa Rica y Nicaragua donde, todavía se escuchan voces críticas al régimen de Ortega.

Los costarricenses nos hemos preciado de un pacifismo que parece fácil reivindicar en los tiempos cuando no tenemos la amenaza de un conflicto mayor. Es este el momento de ganarnos ese título y ser pacíficos defendiendo la justicia y resistiendo a los agentes del odio.

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